En un metro de bosque, David George HaskellCuando terminé de leer La vida secreta de los árboles, del que te hablé hace varias semanas, supe que ese libro iba a tener consecuencias. Que iba a ser uno de esas lecturas que me abriría las puertas de otros mundos, como hace años me pasó con Viajes con Charley, de John Steinbeck, que me abrió las puertas del fascinante mundo de las furgos camper, las autocaravanas y los viajes a mi aire y que terminó convirtiéndose a su vez en un viaje inolvidable y un libro de viajes escrito esta vez por mí.

Y no andaba desencaminado, porque, en efecto, la lectura de La vida secreta de los árboles me ha despertado un deseo irreprimible de lecturas similares y un anhelo todavía mayor de espacios abiertos, de naturaleza y pateadas sin fin. Fruto de esa efervescencia desatada es este otro libro que hoy te traigo y que me ha resultado tan interesante como el de Peter Wohlleben. Esto es, una verdadera maravilla...

 

En un metro de bosque, David George Haskell

En un metro de bosque, de David George Haskell

Un hombre se sienta cada día durante un año en la misma piedra del mismo bosque, a veces bien abrigado contra el frío y la lluvia, otras a pleno sol, a veces sin que pase nada, otras asistiendo a acontecimientos increíbles, y lo narra en un libro. Un año oyendo cantar a los pájaros, viendo caer y nacer las hojas, siguiendo el trayecto de las hormigas, oyendo al fondo el ruido de la carretera o de una motosierra. En un metro de bosque está el mundo entero, y en él empieza y termina este libro que, créalo o no, apasiona al lector como la mejor de las novelas y le descubre una realidad insospechada como el mejor de los ensayos.

 

A primera vista, el planteamiento resulta, a poco inquieto que seas, un tanto aburrido: ¿sentarse en una piedra durante todo un año y dedicarse a observar? ¿Ya está, eso es todo lo que nos va a contar el autor?

Ya. Por algo dicen que las primeras impresiones engañan...

Ni te imaginas lo que hay en un metro de bosque. Sobre todo si el bosque de marras no es uno cualquiera, sino un bosque primario, esto es, una masa forestal que permanece intacta, que nunca ha sido explotada ni influida por el ser humano y sus actividades. Quedan muy pocos así, por desgracia. Y si el observador es alguien tan perceptivo como David George Haskell, biólogo y poeta, mejor que mejor.

En un metro de bosque es una delicia: un banquete digno de un gourmet de la naturaleza en el que cada plato, digo cada capítulo, breve como si de un menú de autor se tratase, es un nuevo descubrimiento, una incursión a pleno pulmón en el bosque, en la naturaleza, en la vida misma que nos rodea sin que a menudo nos demos cuenta. Un festín en el que pasaremos de un plato a otro, de los musgos a las salamandras, de estas a las flores y a los efectos del invierno, y así en un gozoso sinfín, mientras en nuestra mente se va formando una imagen clara de la profunda relación que une a todas las formas de vida, por disímiles que parezcan, de lo íntimamente unidos que estamos todos los seres vivos por lazos invisibles.  

En un metro de bosque es una delicia: un banquete digno de un gourmet de la naturaleza en el que cada plato, digo cada capítulo, breve como si de un menú de autor se tratase, es un nuevo descubrimiento...

En un metro de bosque es, además, una lectura amena y variada, tan entretenida como revolver en una vieja caja repleta de tesoros en el desván familiar. Un libro para aprender y disfrutar, y también para despertar nuestros sentidos adormecidos. Como sucede con La vida secreta de los árboles, también aquí, tras la lectura de este libro, saldrás al campo con otros ojos, con otra forma de percibir el mundo que te rodea. Y eso es ya motivo suficiente para hincarle el diente... 

 

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