Utopías vivas un viaje en furgo

¿Existen alternativas a nuestra forma de vida? ¿Hay opciones viables a este sistema económico, político y social en el que estamos inmersos?

Con una economía cada vez más salvajemente neoliberal, en un mundo en el que priman las multinacionales, la publicidad omnipresente, el trabajo a destajo y la inseguridad galopante, ¿es posible quedarse al margen o, simplemente, organizarse de otra forma, hacer hincapié en otros valores, llevar una vida más plena, comunitaria, igualitaria y satisfactoria?

Cada vez somos más los que nos planteamos estas y otras muchas cuestiones relacionadas: personas que anhelan una vida más sencilla, más integrada, más natural. Personas hartas de vivir esclavizadas por horarios, jefes, exigencias y urgencias que desean volver al campo, recuperar el sentimiento de comunidad, romper con un sistema fallido y cada vez más desigual y experimentar relaciones más sanas.

Pero, ¿es posible? ¿Existen alternativas? Y, si existen, ¿son opciones viables o cantos al sol, experimentos fallidos, sueños rotos? ¿Hay, de verdad, comunidades en las que es posible recuperar el contacto con la naturaleza, con los ciclos de las estaciones y con las demás personas, lugares en los que vivir vidas más plenas y satisfactorias?

No son preguntas retóricas: al contrario, la pandemia brutal que hemos vivido, que todavía estamos viviendo, ha revitalizado estas cuestiones, ha hecho que cada vez más personas se planteen en serio la búsqueda de alternativas.

Somos multitud los que siempre nos hemos sentido atraídos por este tipo de experiencias, pero una cuestión es imaginar y otra ver, palpar, tocar, analizar. Una cuestión es soñar y otra comprobar. Y eso es lo que me propongo hacer...

 

El proyecto

Si has leído alguno de mis libros, ya sean de viaje o novelas históricas, ya te habrás dado cuenta de que siempre me he sentido fascinado por las utopías: por la lucha de los seres humanos por mejorar sus condiciones, bien sea a través de revoluciones o de experiencias alternativas. 

Las utopías, por definición, no existen, pero la lucha por establecerlas deja huellas: cada intento por alcanzar una vida más igualitaria, consciente y plena nos acerca un poco más a esa utopía. Si los obreros y las obreras inglesas de la Revolución Industrial no se hubieran organizado para mejorar sus condiciones de vida, hoy seguiríamos trabajando dieciséis horas al día y ni soñaríamos con tener un mes de vacaciones pagadas. De hecho, en muchos lugares del mundo siguen sin tenerlas, y aun en nuestro orgulloso «primer mundo» —la simple expresión es ya toda una declaración de intenciones—, las condiciones laborales son cada vez peores...

En España, igual que en el resto del mundo, hay muchas personas valientes que, desde hace décadas, luchan a brazo partido por dar vida a sus propias utopías. Por buscar sus propias alternativas a un sistema económico y social impuesto en el que no se sienten a gusto. Por todo el territorio del país, en lugares habitualmente de difícil acceso, florecen experiencias innovadoras de lo más diverso: ecoaldeas y proyectos de vida que se gestionan de formas muy variadas, por lo general más comunitarias. Algunas son de carácter estrictamente ecologista, otras son sociocracias, otras incorporan elementos religiosos, otras son profundamente libertarias...

En España, igual que en el resto del mundo, hay muchas personas valientes que, desde hace décadas, luchan a brazo partido por dar vida a sus propias utopías. Por buscar sus propias alternativas a un sistema económico y social impuesto en el que no se sienten a gusto.

Mi intención es recorrer todas las que pueda: visitarlas, convivir con sus miembros unos días, indagar en las filosofías que las mueven, conocer su historia y su actualidad, averiguar qué se han dejado en el camino y que han encontrado en él. Por supuesto, desde el máximo respeto, guiado solo por el deseo de conocer y de reflexionar, de entender, de compartir hallazgos y vivencias. 

Mi intención, claro, es empaparme de sus filosofías y sus experiencias y tratar de transmitírtelas de la mejor forma que sé: en un libro que, espero, ofrezca una visión de conjunto de la realidad actual de las ecoaldeas del país. No sé si lo conseguiré: obviamente, no depende de mí, sino, sobre todo, de la generosidad y la hospitalidad de muchas personas...

Mi intención, claro, es empaparme de sus filosofías y sus experiencias y tratar de transmitírtelas de la mejor forma que sé: en un libro que, espero, ofrezca una visión de conjunto de la realidad actual de las ecoaldeas del país.

¿Cuándo y como?

Cuando leas estas líneas, estaré a punto de partir. En furgo, en la Salvaje, por supuesto. He localizado un puñado de experiencias alternativas en todo el país y las he dividido en dos grandes grupos: las situadas al norte y las situadas al sur. Me he puesto en contacto con las del primer grupo para preguntarles si me recibirían y muchas de ellas me han respondido positivamente. Estuve pensando si poner un mapa con sus localizaciones aquí, pero me ha parecido más respetuoso no hacerlo hasta que ellas mismas me lo autoricen, si lo hacen. Espero que lo comprendas. 

En cualquier caso, mi intención es visitar las ecoaldeas y experiencias comunitarias del norte durante el verano y hacer lo mismo con las del sur del país en otoño. Será, por tanto, un viaje en dos etapas largas y, estoy seguro, de una forma u otra, apasionantes.

 

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¿Me acompañas?

A diferencia de ocasiones anteriores, esta vez no iré colgando en las redes sociales fotos o textos de forma diaria. No tendría sentido, pues muchos días serán de simple transición, y cuando esté en una ecoaldea preferiré dedicar toda mi atención a lo que estoy haciendo, centrarme en las personas que me han abierto las puertas de su casa. Además, imagino, en muchas no habrá buena cobertura, pues tienden a esconderse en lugares poco transitados. Hay otro motivo: no quiero publicar nada, ni textos ni imágenes, sin el consentimiento de los interesados. El respeto a su privacidad me parece fundamental.  

Sin embargo, confío en contar con su aprobación y subir de cuando en cuando a mis perfiles sociales alguna imagen o alguna reflexión sobre lo que estoy viviendo y, si es posible, alguna entrada en el blog sobre tal o cual experiencia. Intentaré tenerte al día lo más posible, como ya sabes.

 

¿Me echas una mano?

Ya tengo una ruta inicial prevista, pero estoy seguro de que hay un montón de proyectos interesantes que han escapado a mi radar. ¿Conoces algún proyecto de este tipo, alguna ecoaldea, alguna experiencia colectiva? Si es así, te agradecería mucho que me lo indicaras aquí, en los comentarios, para tratar de localizarla y visitarla. ¡Gracias!

 

¿Qué te parece el proyecto? ¿Te resulta interesante? Déjame tu opinión en los comentarios...

 

 

Anuncio Medievalario, de Fran Zabaleta

 

Viaje al interior. 80 días en furgo por la España olvidada

 

 

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